“¡Somos extraterrestres del planeta Amor, venimos en son de paz!”
La cosa no empezaba bien. Los marcianos se habían plantado en su portal y habían tocado todos los timbres hasta que Tina les contestó.
“¿Y cómo es que habláis castellano?” les contestó.
Se produjo un silencio, con los crujidos propios de un interfono, hasta que contestaron:
“Por una increíble casualidad, nuestros idiomas han evolucionado de forma paralela, excepto algunas diferencias menores. Por ejemplo, en nuestro idioma `primer ministro` se dice `culo`.
“Aquí a veces también” contestó Tina un poco al tun tun, sin saber bien dónde se había metido. Desde luego, no pensaba abrir a esos locos.
“Y `amor`, ¿qué significa en vuestro planeta?” les preguntó.
“Sentimiento que mueve a desear que la realidad amada, otra persona, un grupo humano o alguna cosa, alcance lo que se juzga su bien, a procurar…”
“¡Qué notable coincidencia!” les cortó Tina. “Justo la misma definición de la RAE. “Tenéis académicos allí también?”
“Sí, pero les damos poco de comer porque si no crecen mucho” contestaron los marcianos. “Por cierto, qué clase de persona se sabe de memoria la definición de amor de la RAE? ¿Está, acaso, perturbada?”
“Hombre, estoy hablando con marcianos del planeta Amor, así que muy bien no puedo estar. Pero en este caso la explicación es que soy filóloga”.
“¡Filóloga! La verdad es que nos vendría bien una revisión de… pero bueno, creo que esto se nos ha ido de las manos. Empecemos de nuevo. ¡Venimos del planeta Amor y buscamos la paz universal!”.
“Pues aquí no la van a encontrar… aquí nos peleamos hasta por ir a mear. Además, ¿para qué buscáis la paz? ¿no tenéis en vuestro maravilloso planeta Amor?”
“Pues la verdad es que nuestro planeta es un desastre… el culo, perdón, el primer ministro, le fue cambiando el nombre a medida que la situación se deterioraba. Empezó como “leve reestructuración de la geografía”, ahí fue cuando los volcanes, los tsunamis y los corrimientos tectónicos cambiaron la faz de nuestro mundo. Luego vino la fase de “fraternidad revoltosa”, que fue cuando las guerras civiles y los ataques termonucleares entre naciones… ahí empezamos a sospechar que la cosa igual no iba tan bien como decía el ministro de Felicidad. Al final, la situación y el planeta se rebautizaron como Amor. Ahí ya solo quedábamos algunos grupúsculos diseminados que nos matábamos a dentelladas en cuanto nos veíamos para disputarnos los restos de algún sándwich de atún. Eso sí, entre cada grupo estábamos muy unidos (por las cadenas que nos habían puesto en el ministerio de Trabajo y Realización Personal). Al final, entre unas ruinas, encontramos un vehículo y vinimos para acá. Como le decía, solo buscamos un poco de paz, y quizá, si no es mucha molestia, acurrucarnos en algún rincón calentito…”
“Les advierto que soy mileurista y no tengo nada de valor” contestó Tina, a la vez que le daba al pulsador del portal.
Luego entraron y, tal como habían prometido, se acurrucaron en un rincón del sofá y se durmieron.
Me encanta! De verdad!
ResponderEliminarBuenísimo querido Alex, me encantó. Se lo voy a pasar a los del OVNI que tengo ahora encima de mi casa, un abrazo, Chema
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